En el cristianismo, pecado es un acto inmoral considerado como una transgresión de la ley divina.[1] La doctrina del pecado es central en la fe cristiana, ya que su mensaje básico trata de la Redención en Cristo.[2]
Hamartiología, rama de la teología cristiana que es el estudio del pecado,[3] describe el pecado como un acto de ofensa contra Dios despreciando su personas y ley bíblica cristiana, y dañando a otros.[4] La hamartiología cristiana está estrechamente relacionada con conceptos de ley natural, teología moral y ética cristiana. Según Agustín de Hipona (354-430) el pecado es "una palabra, obra o deseo en oposición a la ley eterna de Dios",[5][6] o como afirman las escrituras, «el pecado es la transgresión de la ley»[7].
Entre algunos estudiosos, el pecado se entiende principalmente como infracción legal o violación de contrato de los marcos filosóficos no vinculantes y perspectivas de ética cristiana, y así salvación tiende a ser visto en términos legales. Otros eruditos cristianos entienden que el pecado es fundamentalmente relacional -una pérdida de amor por el Dios cristiano y una elevación del amor propio ("concupiscencia", en este sentido), como más tarde propuso Agustín de Hipona en su debate con los pelagianos.[8] Al igual que con la definición legal de pecado, esta definición también afecta a la comprensión de la Gracia cristiana y la salvación, que se ven así en términos relacionales.[9][10].